| Joel Merino |
Algo tienen los atardeceres que provocan una cierta melancolía en los humanos. Algo tienen que detienen los pasos del caminante, del viajero, del que ve a través de la ventanilla de un avión o de un autobús. Algo causan esas asociaciones a sistemas de alta presión que no remueven todo el polvo de la baja atmósfera, y la alta presión, dicen, suele significar buen tiempo. Hay un gozoso placer estético en contemplar el último suspiro del día. Eso, la melancólica y gozosa contemplación de lo que termina, de lo sublime que engendra un asombro, una perturbación. Digámoslo: sólo ante lo sublime el hombre es consciente de que a pesar de su pequeñez puede experimentar la elevación de su espíritu…, y todo es tan simplemente complejo, como un atardecer.

















Author Profile
- Cofundador de Datamos, es uno de los pocos fotógrafos que logran escribir con la luz hasta lograr un discurso propio. Ha trabajado como editor de fotografía en los periódicos Reforma y El Universal, y para las agencias AFP, EFE, Reuters y AP.
ONE COMMENT ON THIS POST To “Un último suspiro”